La ciencia ha explicado por fin por qué la comida sabe peor en el espacio
Un estudio ha analizado el impacto del espacio en el cuerpo humano y cómo puede afectar a los sentidos que influyen en la percepción del sabor de las comidas.

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La comida servida en los aviones sabe insípida y tiene un olor diferente, así que algunas aerolíneas lo contrarrestan añadiendo una cantidad de sal elevada. La culpa no es del cocinero, sino que hay una explicación científica detrás. El mismo fenómeno le sucede a los astronautas cuando viajan al espacio.
La comida de los astronautas no es demasiado apetecible con una dieta basada en productos deshidratados, un cóctel de vitaminas y productos envasados al vacío. A esto se suma la necesidad de ingerir más calorías que en la Tierra debido al efecto de la microgravedad en el metabolismo humano: un hombre de 40 años y 70 kilogramos podría necesitar 2.700 calorías al día en lugar de la media de 2.000.
Un equipo de investigadores de Australia y Países Bajos ha analizado las posibles causas de los cambios en algunos sentidos como el gusto cuando las personas están en órbita. Los estudios previos sugieren que es la consecuencia de un cambio brusco de presión que afecta a la forma en la que se distribuyen los fluidos internos del cuerpo, un problema que se vive a menor escala en los aviones.
El efecto de la ingravidez se suma en el caso de los astronautas provocando cierta hinchazón en las extremidades y modificaciones en los sentidos. Algunas personas que han viajado al espacio durante periodos largos aseguran que los cambios en el sabor de las comidas se mantienen cuando vuelven a la Tierra durante un tiempo.
La científica Grace Loke de la Universidad RMIT (Australia) ha analizado junto con su equipo de investigadores los efectos que tiene la ingravidez en la percepción de los aromas y el gusto. ¿El resultado? Los aromas se perciben de maneras diferentes debido a la influencia del entorno.
Simulan las condiciones de la Estación Espacial Internacional
Los voluntarios del experimento han estado en unas condiciones similares a las de la Estación Espacial Internacional (ISS) con microgravedad, el característico ruido que se escucha de la estructura, objetos flotantes y aparatos espaciales amontonados para simular la sensación de desorden y confinamiento de este espacio.
El gusto y el olor son subjetivos, pero el entorno también influye. Los científicos proporcionaron a los participantes unas muestras con olores a vainilla, almendra y limón para que calificaran la intensidad de cada aroma en una escala del 1 al 5.
Los voluntarios realizaron el mismo experimento en una habitación normal y en el entorno simulado de la Estación Espacial Internacional. El olor a limón tenía la misma puntuación en ambos entornos, pero los otros aromas eran más intensos en la ISS simulada.
"Tal vez ciertos compuestos volátiles que comparten perfiles de olor comunes (por ejemplo, dulce) tienen más probabilidades de verse afectados contextualmente en comparación con otros", según los autores del estudio publicado en International Journal of Food Science + Technology.
Uno de los objetivos a largo plazo de esta y otras investigaciones similares es crear alimentos mejor adaptados a las condiciones de vida en el espacio, incluso llevarlos a otras personas que se encuentran en entornos aislados para aumentar su ingesta nutricional.
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Etiquetas: Alimentación, estudios, comida, Estación Espacial Internacional