La gimnasta Natalie Stichova fallece a los 24 años tras caerse por un precipicio al hacerse un selfie
Pasan los años, pero las tragedias asociadas a los selfies y las redes sociales, continúan. Otra joven vida truncada por hacerse la mejor foto.

TCU / X
La gimnasta checa Natalie Stichova falleció el pasado 21 de agosto tras caerse por un precipicio de 80 metros mientras se hacía un selfie junto al castillo de Neuschwanstein, en Baviera, Alemania. Tenía 24 años.
El castillo de Neuschwanstein es un importante centro turístico alemán, por su singular belleza. Se le conoce como el castillo de la Bella Durmiente, porque Disney se inspiró en él para su famosa película.
Según cuenta el medio Heavy, Natalie Stichova estaba haciéndose un selfie junto al castillo, cuando perdió el equilibrio y se cayó por un barranco de 80 metros de altura.
Otra tragedia asociada a los selfies
Natalie Stichova era una gimnasta checa, muy popular en su país. Desde pequeña fue un modelo para la juventud por su simpatía y su estilo de vida sano y deportivo.
Con una gran cantidad de seguidores en Instagram, Stichova acostumbraba a colgar en redes sociales fotos de sus viajes y excursiones. Su cuenta de Instagram ha pasado a modo privado desde su fallecimiento.
En el momento de la tragedia, la gimnasta estaba acompañada de varios amigos. Los testigos no han podido precisar si Natalie se resbaló mientras se hacía el selfie, y cayó por el precipicio, o se derrumbó parte del suelo del propio barranco.
Los equipos de rescate llegaron rápidamente, y consiguieron rescatar a Natalie Stichova aún con vida. Pero falleció en el hospital, por daño cerebral. Una caída de 80 metros en un terreno pedregoso, casi siempre es mortal.
Esta joven gimnasta se une así a las docenas de fallecidos por caerse de precipicios, ser absorbidos por la succión de un tren, o golpearse con objetos, mientras intentaban hacer la mejor foto posible para subirla a las redes sociales.
Es inútil advertir o sermonizar. Ha pasado, y seguirá pasando. La obsesión por el selfie perfecto para subir a las redes sociales, es más fuerte que el instinto de supervivencia de muchos jóvenes. Antes de hacer locuras, conviene darse cuenta de que ninguna foto ni ningún seguidor extra en Instagram, vale una vida.
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